Joaquín se va, pero deja un enorme legado para todos los béticos. Este jueves ha tenido lugar la despedida en la ciudad deportiva del Betis en la que no ha querido faltar absolutamente nadie: ni su familia, ni sus compañeros, ni Pellegrini, ni el consejo de administración del cuadro bético. Esnaola, Gordillo, Arzu, Capi, Rivas, el doctor Calero, Merino o Juanito, entre sus grandes amigos, todos presentes y emocionados por él. Ha recibido primero un pasillo la leyenda cuando ha llegado al lounge, sede del homenaje. Y luego ha sido turno del presidente, Ángel Haro dándole las gracias al jugador por ser «Joaquín el del Betis».
Sin mayor dilación, arrancaba la leyenda con este discurso íntegro: «Dios mío, y decía, no creo que llore… Buenas tardes todos, como bien ha dicho mi presidente. Quería tener un recuerdo por Luis Márquez, recientemente fallecido. Todos en la familia bética estamos con ellos. DEP, querido Luis. Es difícil es decir hasta aquí llegué. Pero llegó el momento. Lo que resta de temporada será mi última como jugador profesional. Es difícil desprenderme de lo que ha sido mi vida, o mi vida entera. Pero cuando llega ese momento y tomas una decisión la tomas convencido de que es lo mejor: antes habría sido pronto, y después tarde. No habría querido que llegara jamás. Todo tiene un principio y final, e intentaré seguir aportando lo que pueda el club de mi vida. ¿Cómo ha pasado tan rápido, Dios mío? No quiero convertir esto en una triste despedida. No sé hacer eso. Sé que hoy me puede la emoción. Me llevo vivencias y recuerdos maravillosos que sólo podía regalarme el fútbol. Esto no es un adiós, es una etapa que se acaba y empieza otra».
Me bajo de la estación y subo en otro tren con la misma ilusión y las mismas ganas. La misma de un niño de El Puerto cogiendo todos los días un tren y soñando que algún día podía vestir la camiseta de las trece barras. Recordar esos viajes y compañeros, tantas ilusiones en el vagón. Tan buenos momentos, hacen que, hoy echando la vista, no fue fácil. Muchos se quedaron en el camino. Recibí una llamada que me cambió la vida. Fernando Vázquez, entrenador del primer equipo, me incorporaba la plantilla. Recuerdo ese momento como si fuera ayer cundo le dije a mi padre: «Papá, lo conseguimos. Ya soy jugador del mejor equipo del mundo».
Llegaron años inolvidables, una quinta de canteranos ue pisaba firme. 23 años dan para mucho. Lo he vivido casi todo. Momentos buenos y también malos. Pero hoy es un día para quedarme sólo con lo bueno, que han sido muchos. Me siento feliz. Muy feliz. Porque no entiendo el fútbol sin alegría. El fútbol y mi vida, y me conocéis. Sé que mi carácter me h pasado factura en mi momento. Pero como dijo un buen amigo mío, Curro Romero, como ser humano, no me traiciono: yo soy así», continuaba.«Me he podido equivocar, y no habré estado acertado, y si es sí, pido disculpas. Nunca fue mi intención. De corazón os digo que no me arrepiento de nada y he intentado disfrutar de mi carrera con respeto y profesionalidad. Termino con agradecimientos por todas esas personas que creyeron en mí y me dieron liento y apoyo durante estos años. mis compañeros, los que han formado parte de los distintos cuerpos técnicos, fisios y utilleros. Gracias, prensa y medios. Sois muchos. Y un recuerdo por los que y no están Sois parte indispensable de esta bendita locura llamada fútbol. Gracias, presidente, José Miguel, Ramón, Federico, consejo. Todos los empleados del club, que hacéis que este Betis, del cual me siento orgulloso, esté transmitiendo es ilusión de futuro que necesitábamos. Gracias, compañeros todos los que hoy no están. Hemos vivido muchos momentos, entre ellos el sueño de Copa. Gracias por el cariño de toda España. Sé que no es fácil el reconocimiento. Gracias mi afición bética: lo único que da sentido este club, fiel donde las hoy. Única. Sufridor y alegre, alegre y sufridor. La del Manquepierda. La que me debo. Mi repre Eduardo, en el momento que te conocí sobre que formarías parte de mi vida. Mis padres, que tanto lucharon por que cumpliese mi sueño y sacase. Mi tío Chino, gracias donde estés. Te quiero Tito, muchas gracias por todo. Y a mi mujer y mis hijas, os amo. Sois mi vida entera. Gracias por seguirme. Sois mi vida».