En la mañana del pasado viernes le preguntamos a Mendilibar si el hijo prodigo podría estar dentro de la convocatoria, a lo que manifestó indudablemente con gran sagacidad, «tú lo has dicho, que pase de mi este cáliz».
Hoy, es el día que el aficionado sevillista debe dictar por sí mismo su sentencia, a favor del que en un tiempo fue vilipendiado, escupido, y maltratado o acogido, si salta al cesped, como se merece un futbolista de su talla. Podíamos apelar a como dice el refrán castellano, «el tiempo todo lo cura y pone cada cosa en su sitio».
Hablamos, sin duda, de Sergio Ramos, el 4 del nuevo Sevilla, que se presenta ante su afición con el sano propósito de contribuir a mejorar la situación del clud sevillista, a besar el escudo que le dió la vida, le prestó el corazón en cada latido y le hizo sentir esa sangre que corre por sus venas sevillistas, heredadas de su abuelo, padre y toda su familia.
Como dijo ya en su presentación, el granito de oro le toca ponerlo a él mismo, al gran faraón de Camas y que con pundonor, estamos convencidos de que, con el tiempo, va a poner los vellos de la piel en color rojo y blanco.

Es por eso que el Río Grande, el Guadalquivir, pasa sin duda alguna por Sevilla, la que un día fue capital universal del mundo, la milla de oro que bañaba la torre del oro y en el que los mejores navíos arribaban a sus costas marineras.
Es que Sergio Ramos tiene la oportunidad de navegar por las aguas del césped del Ramón Sánchez Pizjuán y hacer que esas palmas suenen a compas de unas sevillanas, a ritmo de tres por cuatro y que con sus goles y aciertos defensivos pongan al estadio de pie, en la grada más fiel y animada a este lado de Europa. Donde su experiencia, den la ansiada calma en el centro de la defensa sevillista y sepan en todo instante, hacer buenos a todos sus compañeros, con ese aliento infinito que ahora, más que nunca, necesita esa plantilla. El equipo hispalense necesita volver a ser un equipo campeón, para anidar con blancas y amplias alas, entre los puestos nobles de la Champions League, de donde nunca se debe bajar el pistón, para hacer soñar a una afición que, a base de esfuerzo, de dejarse la garganta en cada partido y animar a su equipo, pone en cada alirón el sentimiento que anida en el corazón sevillista.
Tuya, ahora querido Sergio Ramos, es la palabra y el momento de empeñar en cada gesto la sangre que corre por tus venas. Los aficionados del Sevilla FC así lo espera y como decíamos al comenzar nuestro artículo, que el Señor te lo premie y si me equivoco, Roma (la Grada ) te lo demande. Tira fuerte, gladiador de mil batallas, pues es Domingo para que Ramos y más, frente a la UD las Palmas, haga sonar las palmas. Ahora más que nunca llegó tu hora y el momento de cambiar el hoy triste destino de un gran equipo.
Y como dijo Pilatos«Yo me lavo las manos»
«Entonces Pilato, viendo que nada adelantaba, sino que más bien se promovía tumulto, tomó agua y se lavó las manos delante de la gente diciendo: ‘Inocente soy de la sangre de este justo. Vosotros veréis'». (Mateo 27:24).
Así, Poncio Pilato, un prefecto de Judea de ese entonces, se desentendía de la decisión popular de crucificar a Jesús.
Así que es hora de mirar hacia delante y mirar al futuro con ilusión, para dejar que los sentimientos se entremezclen con las emociones, esas que tantas se han vivido en la afición sevillista en esta última década. Creo que es el momento de caminar todos juntos, de la mano, para hacer un Sevilla aún más grande y campeón.
Salvando las distancias, me atrevo a utilizar el simil de la expresión que ese capataz, que está en la gloria, D. Carlos Morán utilizaba» Arriba el Hijo de Dios “. La situación del Sevilla FC en estos momentos invita a hacer una llamada a la unidad, a dar una oportunidad al camero que contribuya a llevar arriba la ilusión sevillista
Por ello, me pregunto : ¿es hoy Domingo de Ramos en Sevilla?. Ustedes sentenciarán.