El Real Betis ha cerrado la primera mitad de la temporada 2025‑2026 con la sensación de estar construyendo algo más que una buena campaña: está consolidando un proyecto competitivo, reconocible y capaz de sostenerse en el tiempo. El año natural se despide con cifras que hablan por sí solas: 29 triunfos, 16 igualadas y 11 tropiezos. Un registro que no solo refleja regularidad, sino que además iguala la mejor marca de victorias del club en un mismo año, alcanzada en 2021.
Este Betis no ha sido un equipo perfecto, pero sí un equipo fiable. Ha sabido sobrevivir a momentos de desgaste, ha competido en escenarios complejos y ha encontrado soluciones incluso cuando el juego no fluía. La primera vuelta deja la sensación de que el conjunto verdiblanco ha aprendido a convivir con la exigencia sin perder su identidad.
Antony, el golpe definitivo en el último tercio
Si hay un nombre propio que simboliza la pegada del Betis en esta primera mitad de curso, ese es Antony. El atacante ha cerrado el año con 17 tantos, desde que está en el equipo verdiblanco, convirtiéndose en la referencia ofensiva del equipo y en uno de los futbolistas más determinantes del campeonato. Su capacidad para aparecer en los momentos clave, su agresividad en el uno contra uno y su lectura de los espacios han sido un desahogo constante para el conjunto verdiblanco.
Más allá de los goles, Antony ha aportado liderazgo competitivo. Su influencia se nota en la presión, en la velocidad de las transiciones y en la manera en que el Betis intimida a las defensas rivales.
Natan, el pilar silencioso que sostiene al equipo
En el otro extremo del campo, la regularidad tiene nombre propio: Natan. Con medio centenar de partido jugados desde que llegar encuentros jugados desde que llegara al Betis, el central se ha convertido en el futbolista más utilizado por el cuerpo técnico. Su fiabilidad, su capacidad para corregir y su madurez en la salida de balón han sido fundamentales para que el Betis mantenga estabilidad defensiva incluso en los tramos más exigentes del calendario.
Natan no solo ha sido un fijo; ha sido un ancla. Un jugador que permite que el equipo avance metros, que sostiene la estructura y que transmite seguridad en cada duelo.
Un equipo que compite como bloque
Más allá de los nombres propios, la primera vuelta del Betis se explica desde el colectivo. El equipo ha mostrado una notable capacidad para adaptarse a distintos contextos de partido, alternando fases de dominio con momentos de repliegue inteligente. La plantilla ha respondido a las rotaciones, ha asumido responsabilidades y ha demostrado que el proyecto tiene profundidad.
La igualdad del récord de victorias en un año no es un dato aislado: es la consecuencia de un proceso. De una idea que se ha ido asentando y que hoy permite al Betis mirar hacia arriba sin complejos.
Un horizonte que invita al optimismo
Con la segunda vuelta por delante, el reto será sostener el nivel competitivo y convertir la solidez mostrada en resultados que permitan pelear por objetivos mayores. El Betis ha demostrado que tiene argumentos para ello: gol, equilibrio, personalidad y una plantilla que cree en lo que hace.
Si la primera mitad del curso ha sido un aviso, la segunda puede ser la confirmación definitiva de que este Betis está preparado para algo importante.
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