6 diciembre, 2025

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Un cambio de sistema que crea superestrellas

El Valencia de los 3 centrocampistas se gusta.

El técnico valencianista ha logrado encontrar una mejor versión de varios de los defenestrados que agolpan su plantilla. El cambio de sistema ha sido el momento culmen de la mejora tanto en lo individual como en lo colectivo. Pepelu, Almeida o Correia son los mayormente afectados y beneficiados.

El Valencia está volviendo a asemejar un equipo de fútbol porque va sumando activos que le brindan mayor capacidad de dominio. Ante Betis y Levante se ha visto que el conjunto valencianista no debe estar tan abajo en la tabla, algo que deberá confirmar ante Rayo, Sevilla, Atlético de Madrid y Mallorca, sus cuatro próximos paraderos y jueces de si este Valencia es una realidad o simples chispazos.

Pepelu guía, construye y destruye

El jugador de Denia no es el centrocampista más rápido de la competición. Su juego puede definirse como algo más estacionario, aunque con recorrido, como ya se ha visto no solo en los dos últimos encuentros. Pepelu es una de las figuras clave del inicio de temporada valencianista.

Al valenciano únicamente había que ahorrarle esfuerzos innecesarios. Perseguir sombras o partir desde posiciones demasiado adelantadas no es lo suyo. Solo había que fijarse en su rol en el Levante y copiarlo: ponerlo de ancla, sostén e incruste entre centrales, no como mero perro de presa como parecían los dos centrocampistas del Valencia en el inicio liguero. Sí ir al hombre —como mostró ante su ex equipo—, pero con más cabeza y sin recular en exceso.

Ese Pepelu que tanto ansiaba ver el Valencia apareció el viernes para alivio de Corberán: 6 recuperaciones, 56% de duelos ganados y una capacidad muy inteligente de entrar al tajo, acabando el encuentro sin tarjeta. Lo de Pepelu fue, sin duda, entre sorpresa y soplo de aire fresco para la dirección deportiva del Valencia, que puede haber visto cómo la necesidad de fichar un pivote se diluye, y con ello, la obligación de trabajar más en el mercado estival.

A Almeida ya nadie lo mueve

En el fútbol existe esa clase de jugador que es muy bueno, pero al que le cuesta demostrarlo, o al que simplemente no le dan el contexto adecuado para hacerlo. Si André Almeida apareciese en algún diccionario, su definición encajaría perfectamente ahí. La tardía reinserción del luso a un buen nivel es, cuanto menos, inquietante. El técnico valencianista ha dejado claro que es un enamorado eterno del portugués y que siempre lo quiere cerca, pero hasta ahora no había ido más allá: no había indagado en qué posición podía sacar la mejor versión de André.

El encuentro antes del parón de selecciones fue el preludio del André que vimos ante el Levante. Igual que ocurrió con Pepelu, solo había que retrasar la posición del “10” valencianista, llevarlo a la base de la jugada, donde también parte un Javi Guerra que parece sentirse más cómodo escoltado por el valenciano y con el portugués haciendo la guerra —literalmente— por su lado.

Porque eso es Almeida: un jugador anárquico, que no quiere saber nada del que tiene al lado, pero al que, como le sobra calidad, nadie puede decirle ni pío. Es una verdadera pena que tan tarde en el Valencia se hayan dado cuenta de cuál es su posición, porque ya son cuatro temporadas en Mestalla, con infinitas pruebas en infinitas zonas (mediapunta, segundo delantero, banda), y a nadie se le ocurrió meterlo en la base, con metros por delante, igual que necesitaba quien le acompaña en el otro volante.

Es una pena que esta imagen del portugués haya llegado tan tarde. Pocos partidos ha disfrutado el graderío de Mestalla con un Almeida tan liberado y tan influyente como en los dos últimos. Solo queda esperar que esa anarquía que lleva dentro decida hacer tregua y quiera seguir velando por su equipo.

Y por fin, Correia

El Valencia parece que posea una aureola encima que le prohiba tener en plenas condiciones a esa clase de jugadores que prometen portar una chispita más de lo que sea al modus de juego valencianista. Ha sido Almeida con las posiciones y es Correia con las lesiones, más de 70 partidos perdidos en los 6 años que lleva en Mestalla para un lateral que ya enseñó que estando en un pletórico estado de forma, es capaz de colarse entre los velocirraptores de la competición.

La carrera del internacional en inferiores con Portugal puede resumir su carrera en un «quiero quiero pero no me dejan«. Un ligamento cruzado por aquí, lesiones musculares por allá, mismo patrón —ir introduciéndole en el día a día pero siempre recaídas—, aunque y por el momento, todo eso parece lejano.

Su temporada ha ido de menos a más, empezando a la sombra de un Foulquier al que parece haber dejado atrás, enseñando en el encuentro ante el Levante que la fiabilidad no se olvida aún con las lesiones. Recuperaciones, duelos ganados, despejes y de vez en cuando alguna floritura en campo contrario, hablan ya de un Correia que ha dicho a Corberán «aqui estoy yo» y cuando un jugador parece decir eso al técnico, no hay vuelta atrás y mucho menos una salida del once. La suya no es una modificación de posición pero si un canto a la resiliencia y motivos para el Valencia de seguir creyendo un poco más en sí mismo cuando piensa que no tiene.