14 julio, 2025

EL DIARIO DEPORTES

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El Valencia apuesta por la continuidad de Cristián Rivero

Cristián Rivero en su único partido jugado en LaLiga.

El portero valenciano apunta a ser el segundo guardameta del Valencia la próxima temporada. Tras un paso que se califica como suspenso por el Albacete Balompié, el de Gandía ha regresado a Valencia, donde le han mostrado confianza, siendo el relevo de un Dimitrievski que apunta a abandonar la entidad de Mestalla este mercado.

El Valencia sigue engrasando la maquinaria para la próxima temporada y ha dado una de las sorpresas del mercado. Tras una temporada donde ha prescindido del jugador de La Safor, Cristián Rivero, parece que el Valencia va a brindar una nueva oportunidad al guardameta, de cara a disputar la Copa del Rey, mientras que sea Julen Aguirrezabala (secreto a voces que puede confirmarse esta semana) el que se encargue de cubrir la meta en competición liguera.

«Jugarreta» del Valencia

La operación Cristián Rivero no es más que una oportunidad para el conjunto valencianista de cara a reducir horas de trabajo en el mercado estival. Con la vuelta del portero valenciano y la «supuesta» confianza en él —dándole el rol de segundo guardameta—, el Valencia se ahorra el buscarle un competidor a Aguirrezabala, quien llega como portero titular.

Cárdenas, Guaita… son algunos de los nombres que han sonado en las últimas semanas para reforzar a la plantilla de un Carlos Corberán que ha dejado claro a Dimitrievski que no cuenta con él, apareciendo en escena un Rivero al que el Valencia ve una verdadera oportunidad: siendo futbolista propiedad y canterano de la entidad y «capacitado» de cubrir esa parcela de segundo portero.

Lo de Rivero no es más que una nueva tomadura de pelo por parte de los cabecillas de la entidad, que sin el fichaje de un competidor de garantías para el portero euskera, siguen desmantelando en cuanto a nivel y desembolso al conjunto valencianista, bajo el manto de «creer en el producto de la casa», concepto incongruente con un Rivero al que ningún entrenador le ha dado la oportunidad desde que dicho dio el salto al primer equipo.

Rivero, símbolo del conformismo institucional

La nula confianza en el jugador de Gandía por parte de los siete técnicos que ha tenido desde su salto al primer equipo no pasa desapercibida. Volando a ese perfil de tercer portero hace ya seis temporadas, el guardameta ha disputado la fría cifra de cinco partidos con el primer equipo valencianista (cuatro en Copa del Rey y uno en Liga), números que dejan claro que Rivero ha estado lejos de poder pelear tanto por minutos como por rendimiento.

El nivel de juego del valenciano —que podemos dejar claro como por debajo de las expectativas— podría ser un guiño de aquello que busca la entidad en cuanto a recorridos en competiciones como la misma Copa del Rey: participaciones cortas, donde el guardameta no deba tener un desempeño notable ni exponerse a un gran número de eliminatorias.

En el caso de buscar exigencia y rendimiento en competiciones como la del KO, es un hecho que la entidad valencianista debería mirar hacia un portero más acorde con las demandas del torneo. Pero con la más que asegurada continuidad de Rivero como segundo portero, el Valencia parece haber descartado toda aspiración en esta competición, poniendo el foco, una vez más, en lograr esa salvación que siempre ha estado en la mirilla de la propiedad valencianista.

Rivero, «perfil» Valencia CF

El «fichaje» del conjunto valencianista para la portería encaja a la perfección con lo que busca la propiedad del club, que apunta a que este no sea el último movimiento que realice la entidad de Mestalla en este mercado. Que Rivero permita ahorrar el gasto en otro futbolista y evite una ficha elevada, apostando por un salario más ajustado como el de un canterano, conviene a la propiedad en un mercado donde la cantera podría volver a cobrar protagonismo.

La decisión de apostar por la cantera en lugar de la cartera —como se ha venido haciendo en varios mercados y momentos de cierta distopía en el Valencia— podría ser la crónica anunciada de un mercado que ya puede considerarse «de los de siempre»: poco gasto y pocas ilusiones.