El jugador de L’Escala, historia viva del Girona, rescinde su contrato y firma con el Zaragoza hasta 2028 dejando atrás una etapa marcada por esfuerzo, entrega y sentimiento por el club de su tierra
Valery Fernández ya forma parte de la historia del Girona, y todo el mundo lo sabe. Este jueves puso fin a una etapa que marcó su vida, esa que le abrió la puerta al fútbol profesional y lo vio crecer como jugador y como persona. El de L’Escala, que debutó en Primera con la camiseta rojiblanca y lo dio todo por estos colores, cerró su vínculo con una rescisión amistosa y un mensaje sincero. No volverá a vestir más la camiseta del club de su tierra, pero se marcha con la cabeza bien alta y el corazón lleno de orgullo. Palabras suyas, en una carta que compartió con la afición y que resume todo lo vivido.
Entre recuerdos, se queda con el ascenso a Primera en la 2021-22, su gran logro colectivo. Y con los números que dejan huella: 140 partidos en el fútbol profesional, el quinto gerundense con más encuentros y el 20º jugador del Girona en esta lista. Casi nada. Su destino ahora está en Zaragoza, donde firmará hasta 2028, pero antes quiso mirar atrás y dar las gracias: “Siempre me ha costado imaginarme este momento, pero gerundenses ha llegado el día de poner punto y final a la etapa más importante de mi vida”, escribió.
Desde pequeño en su casa
De L’Escala, Valery ha sido durante años la viva imagen de ese orgullo gironí que tanto gusta en Montilivi. Pero la lista de referentes locales se va quedando vacía. Esta temporada, ese peso simbólico recaerá únicamente sobre Joel Roca. “Es muy difícil expresar con palabras lo que ha significado defender este escudo. Yo, un niño de L’Escala que soñaba con ser futbolista. He tenido el privilegio de crecer junto a este club hasta debutar con el primer equipo en Montilivi, un día imborrable. Inolvidable también el gol al Atlético en la Copa, y tantos otros momentos que me quedarán para siempre: el ascenso, la temporada mágica de Champions, aquel partido contra el Barça en Montjuïc…”, rememoró Valery.
El curso pasado estuvo cedido en el Mallorca. Su espina clavada: no haber podido disputar la Champions con el Girona. Sabía que no tendría minutos y buscó una salida. Como ahora. Míchel no contaba con él y ambas partes entendieron que lo mejor era romper el vínculo. Zaragoza será su próxima parada. “He vivido muchas alegrías, pero también momentos difíciles: lesiones, dudas, incertidumbre… Aun así, siempre sentí vuestro apoyo. Me he sentido valorado como jugador, pero sobre todo querido como persona, y eso es lo más grande que me llevo”, escribió, sincero, en su despedida.
Se va uno de los más queridos en Girona. Y lo hace como se debe: con clase, respeto y el corazón lleno. El tiempo dirá si algún día los caminos se cruzan de nuevo. Porque el fútbol da muchas vueltas…
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