Espanyol, Oviedo y Girona han sido el cierre de temporada y aspiraciones del Valencia. Final prematuro, donde los jugadores valencianistas quedan como máximos responsables y señalados. Tres encuentros donde la nula agresividad, la repetición constante de los mismos errores y esa incapacidad de mostrarse como bien fue el conjunto valencianista durante gran parte de la pretérita campaña, llevan al Valencia a la tierra de nadie y lejos, cuanto menos lejos de aquello a lo que apuntaba una temporada que se preveía de cambio.
1 de 9 ha sido lo sacado por el Valencia en sus últimos 3 enfrentamientos. Números que, aún siendo alarmantes, quedan en segundo plano en cuanto a preocupación dado el estado y presentación mostrados por el Valencia en los respectivos tres encuentros. Siendo en su totalidad inferior a sus rivales y dando a entender, como ya ha ocurrido en casi la totalidad de las temporadas bajo el amparo Meriton, que la temporada, aún faltando gran parte de ella para acabar consumada, ya está finalizada para muchos de los integrantes de un vestuario valencianista que, a su vez, parecen haber perdido la fe en el técnico valencianista.
El Espanyol enciende la mecha
La visita a Cornellà El-Prat estaba marcada verdaderamente en rojo para el conjunto valencianista. Salir victorioso de un feudo como el espanyolista, donde tantos otros no han puntuado siquiera —caso del Atlético de Madrid—, pudo haber supuesto un importante giro radical y no caída a aquello en lo que está actualmente sumido un Valencia al que le cuesta sumar, cerrar su portería y batir la contraria.
Haber salido victorioso ante el Athletic Club en Mestalla hacía que el encuentro en Barcelona se viese con otros ojos, iniciando dicho adelantándose el conjunto de Mestalla, que mostró una brava imagen en los minutos finales, para después caer en aquello que ha acabado por repetirse en las dos jornadas pretéritas: encerrarse y dejar maniobrar al rival con excesiva facilidad, dificultando el dominio propio del encuentro y llevando a quien tienes delante a tener mayor capacidad de dar un giro a los acontecimientos.
Y como bien dice el dicho, quien juega con fuego se quema, y el Valencia empezó a quemarse en Cornellà, quedando empatado el encuentro a causa de varias acciones que dejaron al conjunto valencianista en el centro de la diana y que, lejos de quedar en el olvido, no han hecho más que repetirse, condenando así al Valencia a llegar al parón liguero con el agua al cuello.
De segundo plato, Oviedo
Aún dejando una nefasta imagen final en un encuentro que hubiese aupado al conjunto de Mestalla hacia posiciones europeas, el punto obtenido a pocos kilómetros de la ciudad condal después de la victoria obtenida ante la entidad bilbaína quedaba en bueno, calificándose el duelo ante el Oviedo como una oportunidad inmejorable para volver a sumar en un feudo que, hasta el momento de cruzarse con los ovetenses, no conocía la derrota.
Y las murallas de Mestalla cayeron, no de cualquier modo, con una imagen mezquina y agarrada de un equipo en el que una idea cuanto menos distante de aquello a lo que apuntaba la temporada tras el correcto mercado estival comenzaba a florecer. El encuentro ante el conjunto oviedista dejó una de las imágenes más amargas vistas en Mestalla durante las últimas temporadas: un Valencia que, más que estar sobrepasado, se dejaba hacer, entregándose con facilidad a un recién ascendido que simplemente necesitó 5 minutos para dar la vuelta a un partido que se le entregó en bandeja, como queriendo decir el Valencia que no quería jugar.
El encuentro que volvió a repetirse después de 25 años del conjunto asturiano vagando entre la segunda y la tercera división del fútbol español no tuvo más misterio, siendo una continuación a gran escala de lo visto la pretérita semana en Barcelona, con un Valencia sin pena ni gloria, que dejaba maniobrar a su rival, que no sería el último en formar parte de una de las historias más trágicas de las últimas temporadas en la Avinguda de Suècia.
Y como culmen, el Girona
Todo acto tiene su colofón final, la temporada del Valencia parece haberlo tenido en Girona. Pese a quedar un gran número de jornadas por delante, lo visto anteriormente a su visita a Montilivi y aquello que acabaría por darse en el feudo gerundense hablan de acabamiento de la transmisión de una idea —en este caso, la del técnico valencianista, que ya no parece calar en sus jugadores— y de un objetivo mayor a aquel de mantener la categoría.
Como bien hicieron en parte Espanyol y Oviedo, el Girona lo ha hecho en su totalidad: dejar como pequeño al Valencia. Los de Míchel no tuvieron piedad, por el simple hecho de que el Valencia quiso, se dejó. Un concepto que, como bien nos preguntamos tras la finalización de las dos jornadas pretéritas, si volvería a repetirse, hoy nos preguntamos otra vez al mismo tiempo que decimos: ¿Hasta cuándo así, Valencia?
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