Tanto escocés como danés han encontrado su sitio a orillas del Mediterráneo, donde Scott ya ganó la pretérita temporada el Scudetto, ganando ambos en conjunto esta presente ya la Supercoppa Italiana. Los títulos quedan a un lado cuando se centra uno en el nivel de ambos jugadores, habiendo pasado de ser defenestrados en el Manchester United a verdaderas estrellas y capataces de un Napoli que se mantiene en la pelea por revalidar el título liguero.
Cuando te dicen que una ciudad no puede cambiarte la vida, y más concretamente un lugar costero, casi de ensueño, de película, diles que están mintiendo: eso es posible. Eso ha ocurrido con McTominay y Højlund, dos futbolistas con pasado en la Premier League que tomaron el siempre arriesgado camino de dejar el fútbol inglés —donde las oportunidades a los jugadores tienden a escapárseles aunque sea en escalones inferiores al club al que pertenecen—, cambiándolo por una Serie A donde se han vuelto dos de las caras más vistosas. El danés lleva ya 7 goles (su asignatura pendiente) y 2 asistencias, mientras que McTominay viene de hacer su mejor temporada en cifras (13 goles/4 asistencias), llevando ya 4 contribuciones de gol.
McTominay, rey de Nápoles
Salir de Inglaterra para un jugador curtido en las Islas es siempre complicado, por decir casi imposible, porque algo tienen los británicos con quedarse en sus tierras. La gran mayoría que ha hecho dicho movimiento siempre ha tendido a buscar cualquier mecanismo para regresar por donde una vez llegaron —el caso más claro, el de Kieran Trippier con el Atlético de Madrid—.
Pero en esto de la vida hay siempre excepciones, y una de ellas es Scott McTominay, que decidió escapar de la siempre nublada Manchester para probar suerte en casa de Maradona. Todo el mundo se llevaba las manos a la cabeza, puesto que no entendían la decisión del escocés; éste disiparía las dudas.
En su primera temporada en la Campania, ya no es que solo continuase esa imagen de centrocampista con llegada que se vio en su penúltima temporada en Old Trafford, el internacional escocés se ha vuelto el multitasking de Antonio Conte. Además de su alta presencia ofensiva, McTominay tiene una alta participación en defensa, donde ha salido victorioso en 74 duelos, habiendo recuperado casi 60 balones y siendo ese ancla que conecta la zona defensiva con la del ataque.
El cambio de aires ha sido un verdadero balón de oxígeno para el 8, que encauza su segunda temporada sin apuntar a ser, en cuanto a números, tan brillante como la primera, aunque con el mismo grado de importancia para el técnico italiano (que lo ha empleado en 14 de los 15 partidos disputados) y para su selección, a la que consiguió llevar al Mundial tras 28 años. Toda una reconducción de carrera.
El Højlund de antes
No tan “heavy” como el caso de McTominay es el de Højlund, quien parece haber despertado del sueño de los goles… y la participación sobre el césped. El escandinavo era el niño mimado del Gewiss Stadium, marcó 10 goles sin ser un delantero al uso en una temporada y, por encima de ello, su trabajo sin balón, de retención, lejos del área, lo hacía un verdadero atractivo para la Atalanta, a su vez que para clubes foráneos. En esas, buscando delantero, apareció un Manchester United con fama de dejar por los suelos las aspiraciones de los delanteros que vestían de “Red Devil”, aunque… qué podía pasar.
Antes de Mbeumo y Cunha, fueron Zirkzee y Højlund, de cualidades similares en cuanto a no ser delanteros referencia, aunque sí con gol, topándose ambos con un Manchester United en reconstrucción, que ni él mismo sabía a ciencia cierta qué jugador les venía. Pero ahí estuvieron ambos, más un Højlund que acabaría por tener más opciones con el conjunto Red bajo el manto de Amorim.
El danés marcaría 26 goles en sus 94 apariciones como mancunian, números realmente flojos para lo que se le demanda a un delantero del United, cuyas aspiraciones han disminuido durante las últimas temporadas, pero que siguen siendo exigentes. A ello se sumó una más que negativa convivencia dentro del club, la cual no padecía él únicamente, aunque sí en gran medida. Fue por ello que dejó Stretford End por el Quartieri Spagnoli, y vaya que si lo ha notado el nacido en Copenhague.
¿El principio de algo para el danés?
Actualmente, y con 22 años, comanda como única pieza de referencia el ataque del 3-4-3 de Antonio Conte, el cual parece haber encajado de forma correcta con sus cualidades. Además de goles (7), las cualidades de Højlund lejos del área han vuelto a ser de renta para el técnico, habiendo provocado una veintena de faltas y siendo ese jugador capaz de aparecer en distintas acciones del ataque, como bien pudo verse en la final de la Supercoppa, donde sin su presión al lateral diestro del Bologna no se hubiese entendido el primer gol de David Neres.
Pese a ello, queda recalcar que Højlund no es propiedad del conjunto de la Campania, no del todo. Todo dependerá de que el club napolitano clasifique a Champions, de ahí pasar a ejercer esa opción de compra sobre el jugador, que ronda los 44 millones de euros. Por el momento, el conjunto dirigido por el hegemónico De Laurentiis se encuentra tercero en la competición italiana, lo que, a final de temporada, significaría una clasificación a la Copa de Europa, para pasar a estudiar la compra de un Højlund, que se ha visto que es un delantero más que válido, aunque propenso a esa irregularidad en cuanto a números que lo hace una incógnita. Pero, por lo que se paga a día de hoy por los delanteros… nunca se sabe.
Mientras… ¿Qué pasa con el United?
Con danés y escocés brillando, la pregunta de las últimas temporadas en el costado rojo de Manchester ha vuelto a aflorar: ¿qué pasa para que nadie —o casi nadie— acabe por brillar en el Manchester United y que el club pueda ir mínimamente a flote y competir con los transatlánticos de la competición? Y es que es un hecho: cosa que toca el United, cosa que rompe.
El concepto es claro. No ha habido una dirección a la que ir durante las últimas temporadas, una sintonía; simplemente todo se ha basado en disparar al aire y ver si alguno de los nombres que llegasen se instauraba como bien hizo Brunohace ya más de un lustro. Y es que por el banquillo de Old Trafford han pasado muchos entrenadores, todos cayendo por el camino, siendo el último un Amorim que parece empezar a dar mínimamente sus frutos tras una primera temporada donde se rozó el desespero (que se lo pregunten a Højlund, si no).
En el United hace falta orden y, sobre todo, limpieza: redirigir un vestuario al que le sobran varias piezas, aun habiendo retomado el vuelo mínimamente, aunque con esos despistes en partido que ya parecen ser parte de la idiosincrasia del club y que lo alejan de pelear por causas mayores.
Ahora, el entrenador parece uno con el club, no quedando otra que seguir esperando mercado tras mercado a que diferentes restos de civilizaciones pretéritas en el Manchester United salgan, otras entren, mientras McTominay en su totalidad y, más que posiblemente, Højlund, vean desde la cuenca del Mediterráneo y el Vesubio lo que va haciendo el club del que un día fueron reclutas.

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