Amarillos y sevillistas llegaban a la última jornada liguera sin nada en juego. Los locales buscaban cerrar ante su afición una temporada de ensueño, marcada por el retorno a la Champions League. Por su parte, el Sevilla, varias posiciones por debajo en la clasificación —rozando el descenso—, aterrizaba en La Cerámica con un Caparrós firmando su último servicio para un conjunto hispalense que se ha quedado lejos de pelear por esas competiciones europeas en las que tanto ha brillado en los últimos años.
El Villarreal de Marcelino quería despedir su temporada a lo grande. Con la clasificación a Champions League asegurada, La Cerámica fue una auténtica fiesta: el Submarino Amarillo venció a un Sevilla sumido en una profunda crisis deportiva e institucional, en el último encuentro de una Cerámica que volverá a vibrar con la Liga de Campeones la próxima temporada.
Primera parte
Con un inicio tranquilo pero no pausado, comenzaba un encuentro donde el Villarreal establecería su dominio desde los primeros compases. El primer acercamiento lo protagonizó un ex sevillista, Denis Suárez, quien con un pase que acabaría convirtiéndose en disparo no encontraría a Barry, que hoy jugaba sin su mejor acompañante en la punta de ataque, Ayoze Pérez, baja por lesión.
A pesar de no estar uno de los canarios para los goles, el otro canario de la plantilla, Yeremy Pino, se encargaría de guiar el ataque del Submarino Amarillo durante los primeros minutos. El canterano —que podía estar jugando sus últimos minutos con la camiseta amarilla— cazó un rechace proyectado desde la zaga sevillista y lo mandó directo a la escuadra, donde Álvaro Fernández ni siquiera pudo rozarla.
El primer gol fue un duro golpe anímico para el Sevilla, y un impulso para un Villarreal que volvería a marcar antes del minuto 10. Una intersección de Buchanan hacia la frontal del área encontró a Gueye, quien —al igual que en su primer gol en liga ante el Valencia— armó la pierna y la clavó por el mismo palo que Yeremy. La fiesta estaba servida para un Villarreal que se sentía cómodo con el balón en los pies.
La ventaja de dos goles no relajó al conjunto de Marcelino, que se convirtió en un ciclón ofensivo, asediando una portería sevillista sin respuestas. El Sevilla no lograba generar peligro, y Diego Conde era prácticamente un espectador más del partido.
Un Sevilla intermitente
Superado el ecuador de la primera mitad, el dominio local menguó ligeramente y el Sevilla consiguió levantarse de una media hora agónica. Tras varios intentos, Suso conectó un buen centro con la cabeza de Sow, que firmó su segundo gol de la temporada en un encuentro que estaba sirviendo de despedida amarga para Caparrós, el técnico que más veces ha dirigido al club andaluz.
La alegría del gol no duró demasiado. Aunque el Sevilla había empezado a equilibrar el juego, Baena, con una jugada individual brillante, se plantó ante Álvaro Fernández y definió sin piedad, desatando el júbilo de la grada. “¡Baena quédate!” coreó el estadio en un cántico dirigido al almeriense, vinculado en rumores con el Atlético de Madrid.
El tercer gol volvió a dar alas a un Villarreal que cerró una primera mitad marcada por el dominio y la ambición, mientras que el Sevilla, salvado por un solo punto, seguía mostrando síntomas de un proyecto a la deriva.
Segunda parte
Con el único cambio de Lukebakio sustituyendo al goleador Djibril Sow, iniciaba una segunda mitad donde mucho debía remar el conjunto andaluz para igualar la contienda. A pesar del buen arranque, llegando a poner en apuros a Diego Conde, el Villarreal volvería a golpear a un Sevilla que, poco a poco, izaba la bandera blanca.
Cumplida la hora de juego, el Villarreal parecía estar jugando a otro ritmo. Lo practicado por el conjunto de Marcelinoaplastaba a un Sevilla perdido tanto en campo rival —donde acumulaba errores— como en propio campo, donde no conseguía conectar ese último pase para maquillar un partido que ya se les había puesto cuesta arriba.
A falta de un cuarto de hora para el final del encuentro —y con él, el cierre de temporada para ambos equipos—, Marcelino daría entrada a varios de sus pilares fundamentales. Parejo, Pépé, Gerard Moreno y el canterano Etta Eyong participarían en lo que estaba siendo otra gran actuación del Villarreal en La Cerámica. Una deuda que el equipo tenía pendiente: brillar como local. De hecho, ya son seis partidos consecutivos ganando en casa, contando el de esta jornada, un hito que permite a Marcelino poner el “tick” de cumplido a uno de los retos de su segunda etapa al frente del Submarino Amarillo.
El Sevilla quiere pero no puede
El Sevilla, con las armas ya entregadas, volvería a asentarse en campo contrario. Los de la capital hispalense aprovecharon la relajación de un Villarreal que ya pedía la hora tras un partido sobresaliente, para recortar distanciascon un gol del canterano Ramón Martínez, quien cazó un despiste de una defensa amarilla que apenas había tenido trabajo frente a una delantera sevillista con la pólvora mojada.
Cumplido el minuto 90, el Sevilla moriría en campo rival. Un gol anulado a Lukebakio e intentonas en vano representaron lo que ha sido el conjunto andaluz en este final de liga: un quiero y no puedo constante, envuelto en una atmósfera que debe cambiar drásticamente si el club no quiere seguir mirando más hacia la zona roja que hacia Europa.
Por su lado, con el pitido final, el Villarreal no era más que júbilo. El conjunto amarillo se dio un verdadero baño de masas con su afición, celebrando una temporada que invita al optimismo. A la espera de lo que será una campaña ilusionante para el Submarino Amarillo, el equipo cierra el curso con el retorno a la Champions League… y, por qué no, soñando en grande.
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