Los rojiblancos sudaron sangre para sumar sus primeros tres puntos gracias al gol de Alemañ y a una gran actuación de Luca Zidane
La espera se hizo larga, mucho más de lo que le habría gustado al granadinismo. No obstante, tras acumular cuatro derrotas y dos empates en las primera seis jornadas, en esta ocasión, a la séptima ha ido la vencida. Los rojiblancos han logrado vencer al Huesca en El Alcoraz por 0-1. En una primera parte muy disputada, el gol de Alemañ a los 24 minutos marcó la diferencia a favor de los rojiblancos. El combinado andaluz completó una segunda parte sustentada en un planteamiento muy conservador que surtió efecto gracias a un brillante Luca Zidane bajo palos.
El guardameta, que venía dejando muchas dudas por su rendimiento mostrado, mostró su mejor versión en el momento más oportuno. Sus paradas, además de evitar las dianas en contra, le valieron para ganar una confianza durante todo el encuentro que parecía haber perdido hace meses. La victoria del Granada no ha servido para abandonar el último puesto de la clasificación, pero urgía un punto de inflexión al que habrá que dar continuidad para abandonar definitivamente el agujero negro del equipo.
Bajo la intensa lluvia oscense, la cual se mantuvo durante todo el encuentro, el colegiado Dámaso Arcediano hizo sonar su silbato para dar comienzo al partido. El Granada comenzó llevando la iniciativa del encuentro, aunque mostraba problemas para superar la presión posicional del Huesca. La primera ocasión cayó a favor de los rojiblancos a partir de un balón largo. Sola, tras pelear con los centrales, se plantó en una posición favorable dentro del área y optó por intentar un potente disparo desde una posición escorada. El extremo no vio a Jorge Pascual, quien se ubicó en una buena posición para empujar el balón a gol, y le pidió disculpas al momento de concluir la jugada.
Durante varios minutos, ambos equipos se mostraron contrarios a asumir riesgos ante la necesidad de victoria, por lo que echaron el freno de mano para evitar errores. Sin embargo, ante este contexto, Souleymane Faye decidió apretar el acelerador en plena vía sin pavimento, lo que provocó la jugada del gol que marcó la diferencia en el partido. El extremo senegalés protagonizó una gran conducción interior y encontró a Alemañ. El centrocampista remató el balón de primeras para sacar un disparo cruzado que batió a Dani Jiménez. Por segunda vez en la temporada, los rojiblancos se vieron por delante en el marcador.
Los rojiblancos ganaron confianza durante un breve momento ante un Huesca aparentemente debilitado tras el gol. No obstante, el Granada desaprovechó el momento y los locales se crecieron a partir de la media hora de juego. Sielva sacó a relucir su gran disparo lejano con un misil que se marchó alto. Poco más tarde, Luca Zidane reaccionó bien ante un envenenado centro-chut. Primera intervención de mérito del guardameta nazarí. Los rojiblancos resistieron la primera de las ofensivas locales.
Durante los últimos minutos de la primera mitad, ambos equipos procedieron a intercambiar los dominios del duelo. Los rojiblancos se animaron en ataque a partir de las botas de Alemañ y Álex Sola. La más clara la tuvo Jorge Pascual, quien dispuso de una segunda jugada tras un saque de esquina. Dentro del área, su disparo lo bloqueó la poblada zaga aragonesa. A continuación, los dos equipos se cambiaron los papeles, siendo el Huesca quien buscaba el empate tras encontrar una grieta en la banda derecha del Granada. El carrilero zurdo Ro Abajas cazó dos contras con autopista por el flanco defendido por Casadesús. La primera de las ocasiones concluyó con un remate de Cortajarena, quien perdonó el 1-1 en una acción mal defendida por los rojiblancos. La segunda desembocó en una parada milagrosa de Luca Zidane que dejó más de una boca abierta en tierras granadinas y oscenses.
Nada más iniciar la segunda parte, los rojiblancos rozaron la segunda diana tras un cabezazo peinado por Alemañ que a punto estuvo de rematar Faye en el segundo palo. Tras la ocasión, tanto los locales como los visitantes cuidaron con mucho mimo sus posesiones, tirando de mucha paciencia para evitar pérdidas costosas. Mientras tanto, los truenos comenzaron a hacer acto de presencia en pleno tiempo de tormenta. Al borde de la hora de partido, las ocasiones se vistieron de azulgrana, pero los locales se volvieron a encontrar con Luca Zidane tras un desajuste defensivo del Granada. Los rojiblancos, durante la segunda parte, plantearon un partido muy conservador para proteger unos puntos muy necesarios tras el pésimo comienzo de la presente temporada.
Recién cumplida la hora de partido, Pacheta movió el árbol para dar entrada a Hormigo en el lugar de Baïla Diallo, quien completó un buen partido en su regreso a la titularidad. No obstante, el Granada comenzó una etapa del partido protagonizada por el sufrimiento. Los nazaríes concedieron muchos saques de esquina favorables al Huesca que hacían temblar los cimientos con cada centro. En uno de ellos, Sielva intentó un gol olímpico que Luca Zidane evitó. Ante la constante amenaza local, los nazaríes introdujeron al verde a Pablo Sáenz, Hongla y Bouldini por Sola, Sergio Ruiz y Pascual.
Con el paso de los minutos, el Granada gestionó mejor sus posesiones a través de una defensa con balón que permitió dar un respiro a los jugadores con el marcador a favor. Tras sudar la gota gorda en las acciones a balón parado previas, los rojiblancos encadenaron varios minutos de relativa tranquilidad gracias, en parte, a varias defensas exitosas con la trampa del fuera de juego. De cara a los últimos minutos, Pacheta reforzó la defensa dando entrada a Loïc Williams por Faye, pasando a defender con cinco hombres en la última línea.
El Huesca, en busca del empate, intentó un último apretón durante los instantes finales y los cinco minutos de descuento, aunque los centros y el balón parado no lograron generar ocasiones de peligro real. Finalmente, los rojiblancos lograron escuchar el triple pitido definitivo con el resultado a su favor. El Granada probó el sabor de los tres puntos por primera vez esta temporada con la intención de convertir el partido en un verdadero punto de inflexión. Los próximos partidos dictarán si se concede ese ansiado deseo.
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