Otra prueba de fuego desaprovechada. La UD Almería firmó las tablas (0-0) ante el Real Mallorca en un duelo en el que fue de menos a más. Garitano falló en su planteamiento y regaló la primera mitad al equipo de Javier Aguirre, que tuvo sus oportunidades de decidir el choque en la primera parte, pero que el cambio de planteamiento en la segunda mitad por parte de los locales equilibró un partido que se pudo llevar cualquiera de los dos equipos.
El Mallorca arrancó el duelo sin dejar un segundo de posesión a sus rivales. La acumulación de mediocentros dio el efecto que Aguirre deseaba y suyas fueron las primeras llegadas con cierto peligro. Los efectivos baleares centraron sus internadas por banda buscando abrir el fortín local mediante balones largos a la espalda de los zagueros. Por su parte, los rojiblancos, absolutamente desaparecidos durante el primer acto, no encontraban una concatenación de pases consecutivos para plantarse con el balón en campo rival. Las buenas sensaciones cuajadas en el Metropolitano desaparecieron de un plumazo y volvió el Almería nervioso sin balón y sin ideas con el esférico que se ha forjado en 17 jornadas.
Los baleares comenzaron avisando vía Sergi Darder, quien se encontró con el esférico en la frontal, jugada a la que llegó a tiempo César Montes para tapar el primer peligro. El primer problema local se ubicó en la inferioridad en la medular. La falta de efectivos obligó a abusar del pelotazo para despejar el peligro, sacrificando las pocas opciones de contragolpe. El repliegue planteado por el equipo andaluz facilitó la presión mallorquinista hasta el punto de que sus propios centrales se plantaron en campo rival para colgar balones al área, un planteamiento incompatible con la necesidad extrema de un equipo que debe atacar.
Maximiano, la única noticia positiva
El encuentro, trabado por las faltas, la intensidad en la zona medular y la entrada de Gio González tras la lesión de Omar Mascarell, dejó el primer acercamiento almeriense con un remate optimista de Baptistao. Pero fue Samú Costa, excitado por el choque ante sus ex, perdonó la vida a sus antiguos compañeros tras el primer paradón de Maximiano para salvar la horrible primera mitad de los suyos. Un Maximiano que volvió a sostener a los suyos tras sacar otro disparo a bocajarro de Larin. El Almería hacía aguas en defensa y se atascó en ataque durante todo el duelo, tanto que tardó 49 minutos en rematar a puerta. Con Largie Ramazani y Melero realizando ejercicios de calentamiento minutos antes del descanso, Garitano evidenció que planteó erróneamente el partido con la disposición de tres centrales en el once inicial.
Con todo el trabajo por hacer, la triple entrada de Baba, Melero y Ramazani fue el primer paso para deshacer el problema en el que la propia UD Almería se había metido. La vuelta al sistema de cuatro defensas detonó en un aumento de las transiciones ofensivas propicias para Ramazani, que se colocó de falso 9 y desplazó a Leo Baptistao a la banda derecha. El belga provocó música de viento en la grada tras la mano de Raíllo en su primer remate. Era mano, pero buscaba el apoyo en el suelo. Mientras tanto, Samú continuaba en la búsqueda de su particular redención en la que fue su casa, pero el testarazo salió cerca del poste izquierdo. Mejoría evidente, pero el Mallorca seguía rematando. El partido entró en fase de correcalles en las que ambos equipos se partieron en búsqueda del tanto. Un gol que anoto Ramazani previo empujón a Raíllo, pero González Fuertes consideró que el contacto fue excesivo. Cuando el partido sollozaba, Llabrés erró una ocasión infallable que hubiera noqueado a los andaluces. El Almería volvió a quedarse a medias en una nueva prueba de fuego y suma un nuevo punto que sabe a muy poco.
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