Los de García Pimienta no pasaron del empate en un partido clave de cara a acceder a Europa
El Sevilla o no puede, o no quiere, pero nunca es capaz de aprovechar sus oportunidades. Si vencía a un Espanyol situado en puestos de descenso, se colocaba, eso sí, momentáneamente, en la séptima plaza. Sin embargo, los hispalenses no fueron capaces de superarlos y no pudieron pasar del empate, impidiendo de esta forma una segunda victoria de manera consecutiva, una tarea que se le está resistiendo a García Pimienta, pues desde que aterrizó en Nervión no ha sido capaz de encadenar dos victorias seguidas.
Mucho ruido y pocas nueces
El encuentro ha estado marcado por dos largas interrupciones: una por lesión del asistente y otra por la lesión de Brian Oliván, que tuvo que ser sustituido por Carlos Romero.
Ante un Espanyol impreciso, el Sevilla comenzó llevando la iniciativa de la contienda, y en los 10 primeros minutos ya había tenido hasta dos oportunidades. Parecía un partido en el que el Sevilla no tendría problemas para resolver, pero pronto llegó el traspiés: En el minuto 14, los pericos botaron una falta por el flanco derecho. El centro fue mal despejado y quedó muerto en el balcón del área pequeña, y Cabrera solo la tuvo que empujar para adelantar a los blanquiazules.
Tras el tanto, el Sevilla continuó atacando la meta rival, sin éxito alguno, pues se toparon con un solvente Joan García que salvó en varias ocasiones a los suyos del empate: la más destacada, el desvío del portero catalán a un disparo lejano de Lukébakio. El cancerbero palmeó y desvió el cuero al travesaño.
De este modo, y a pesar de las continuas llegadas de los de García Pimienta, el Sevilla se marchaba al descanso por debajo en el marcador ante un rival al que resultaba idóneo vencerle para poder acceder a puestos europeos, aún más si cabe teniendo en cuenta el resto de resultados de la jornada. Una vez más, la ineficacia de cara a puerta mermó al cuadro nervionense.
Joan García, el verdugo del Sevilla
Los locales tenían una clara y única consigna: darle la vuelta al resultado. Y de esta manera, los sevillistas comenzaron la segunda parte como un martillo pilón, por lo que las ocasiones no tardarían en volver a llegar. En el minuto 52, una internada de Rubén Vargas acabó en remate de Lukébakio, que despejó Joan García a bocajarro hacia el córner. El saque de esquina acabó en gol de Badé, pero fue invalidado por falta al portero del Espanyol, por lo que la polémica ya estaba servida.
No obstante, el francés para que no quería irse sin su gol, y no pasaron ni 5 minutos cuando, con un disparo lejano, batió al meta rival, poniendo la igualada en el marcador. Tras el tanto, el asedio continuaría. Los instantes siguientes fueron un infierno para los catalanes, que se limitaban a defenderse cómo podían de los ataques sevillistas, comandados por unos inspiradísimos Rubén Vargas y Lukébakio, a los que se sumó Chidera Ejuke, que comienza a tener más rodaje tras haber contado con minutos en el encuentro anterior después de varios meses en el dique seco.
A pesar de todo, los visitantes consiguieron aguantar y no llegó el segundo tanto del Sevilla, que se topó con un Joan García que, como viene mostrando durante toda la temporada, se hizo enorme en la portería. Y gracias a ello, conforme pasaron los minutos se apaciguaron un poco las aguas y los anfitriones dejaron de llegar a tres cuartos con tanta asiduidad.
Y así fue cómo el Sevilla volvió a dejar escapar una grandísima oportunidad, empatando contra un rival al que se presuponía que se le podía vencer de manera relativamente fácil para así escalar posiciones y postularse como un equipo dispuesto a entrar en competiciones europeas.
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