El pobre encuentro de los rojiblancos, sumado a su segunda derrota consecutiva en liga, encienden las alarmas
Vuelta a las andadas. El Granada vuelve a meter el pie en un agujero negro de dinámica negativa, crítica y preocupación. Tras la derrota el pasado domingo en Los Cármenes ante el Levante, los nazaríes han vuelto a escuchar el pitido final encaminando el túnel de vestuarios de vacío. En esta ocasión, los rojiblancos han caído en La Romareda con una pobre versión que ha enseñado sus caries con y sin balón. «Rocoso y efectivo», dos adjetivos mencionados por Juanma de la Casa durante la retransmisión del encuentro para describir las virtudes de los locales y que, de igual manera, explican las carencias de los andaluces.
Primera parte: el orden defensivo salta por los aires
No pudo empezar de peor manera la pesadilla. Primer minuto de partido, gol del Zaragoza. Iván Azón aprovechó la falta de contundencia de los dos centrales rojiblancos para estrenar el marcador. A remolque desde el inicio ante el éxtasis de La Romareda. A posteriori, los pupilos de Escribá se arraigaron a una excesiva pasividad, lejos del empate. Inofensivos con balón, con muchos problemas para progresar. Atrás, el cerrojo estaba abierto. Nula capacidad para robar balones. Los locales sintieron una absoluta comodidad durante más de 20 minutos. A balón parado, Aketxe hizo retumbar el «ui» en el estadio.
Pasado el minuto 25, los nazaríes notaron una leve mejoría. En la primera ocasión de los andaluces, Sergio Ruiz perdonó el empate totalmente solo en pleno corazón del área. Más tarde, el propio centrocampista cántabro tuvo que abandonar el terreno de juego. Sus gritos, debidos a un golpe en la rodilla, se escucharon con nitidez durante la retransmisión. Boyé le sustituyó y el esquema varió a un 4-4-2. El Granada dejó de sufrir durante el resto de la primera parte, pero tampoco ofreció síntomas de cercanía al empate. Más allá de Tsitaishvili, que generó algo de peligro por la banda derecha, costaba salvar a algún futbolista rojiblanco en la primera mitad.
Segunda parte: barco a la deriva
Una vez reanudado el juego, los hombres de Escribá continuaron sin conectar en el partido. Apenas encontraron posiciones de peligro para hacer temblar los cimientos de la portería rival. En ocasiones, la precipitación también entró en juego. Avisó al espacio Baždar con al hora de partido recién aterrizada. Tan solo fue la antesala. En la siguiente jugada, Iván Azón se entrometió en las cataratas de la zaga andaluza para servirse su doblete. Los cuatro componentes de la defensa del Granada aparecen en la foto. Reaccionó Escribá con un doble cambio en el que sorprendió la marcha de Tsitaishvili. No despertó el Granada con el pasar del tiempo. El Zaragoza mantenía muy controlado el duelo y empezaba a saborear los tres puntos.
En la recta final, una genialidad de Uzuni pudo modificar el guion. El albanés limpió las telarañas de la escuadra y colocó el 2-1 para dar emoción al partido. No obstante, no hubo que esperar al saque de centro para rebajar el entusiasmo. Jóźwiak cometió un error de benjamín y, durante su carrera para colocar el balón rápido y poner el juego en marcha, regaló un codazo en la cara a Poussin que fue castigado con roja directa. Sus prisas frenaron al equipo. Tan solo un potente y centrado cabezazo de Boyé hicieron inclinar la balanza hacia un empate que nunca se materializó. Para colmo, Rubén Sánchez vio la segunda amarilla en el descuento y el Granada acabó el partido con nueve jugadores sobre el campo. Finalmente, por segunda jornada consecutiva, el barco naufragó.
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